Por Salvador Trujillo Rodríguez
Recordando que fue un...
Viernes 13 de mayo, se perpetró un robo por un millón 400 mil pesos en la Tesorería de Bacalar; la nómina destinada para el pago de eventuales, entre ellos gratificaciones que se realizan a personal que no labora en la administración municipal, quienes por esa razón no podrían levantar queja alguna contra quien gratifica sus labores.
Los cajones del viejo escritorio donde colcocan los sobres con el dinero de la nómina no fueron obstáculo para la "pata de cabra" que utilizaron como palanca para forzarlos, menos aún la caja fuerte, adquirida en alguna casa de remates.
El policía que custodia el edificio durante las 24 horas parado al frente, del lado del parque.
La ventana en la parte posterior que ha servido de acceso para atracos en ocasiones anteriores aún sin ser reforzada ni protegida por algún muro que impida el acceso a los ladrones.
Todo el ambiente propicio para robar una vez más la Tesorería del gobierno municipal.
Antecedentes
Al inicio de la administración municipal de José Alfredo Contreras Méndez (alias Chepe o Chepetorta), fue recomendado en contra de su agrado para ocupar la Tesorería Municipal, a Omar Escalante Muza, por presiones políticas tuvo que aceptar.
El Tesorero en funciones, lo primero que hizo fue solictiar la instalación de cámaras de seguridad, una caja fuerte nueva, así como vigilancia a los puntos frágiles del edificio.
Chepe al leer la solicitud mandó a llamar al tesorero para reprenderlo por esos gastos "onerosos" y negó rotundamente hacer la adquisición de cualquier tipo de equipo o sistema lujoso, porque si había algo que debería de cuidarse en el Palacio Municipal era a la figura presidencial y no la oficina del Tesorero.
Omar Escalante Muza, siguió sus labores con mayores preocupaciones ya que conforme iba revisando los archivos, expedientes y documentación de la oficina que ocupaba, confirmó lo que antes ya había sido noticia, el robo en dos ocasiones a la Tesorería Municipal.
Entre los amarillentos papeles encontró también la solicitud de cámaras de seguridad y una caja fuerte para guardar el dinero de la nómina, documentos importantes y otros valores.
Inmediatamente, ordenó los documentos y se los presentó personalemnte al presidente municipal haciendo incapié que la solicitud que había presentado con anterioridad era con base a la documentación encontrada, demostrando así que no era "un capricho personal".
Ante la negativa del presidente municipal de dar seguridad a los dineros del pueblo, el tesorero procedió a la instalación de cámaras de seguridad por cuenta propia, acto que no pasó desapercibido a Chepe y mandó a llamarlo.
El Tesorero explicó la necesidad de tener seguridad al departamento que tenía a su cargo y si el municipio no tenía la capacidad económica o la voluntad de hacerlo él lo había realizado por costa y cuenta propia.
Explicó también que las cámaras no funcionarían hasta que tuviera la contraseña que le iba a proporcionar el proveedor y cuando así fuera le proporcionaría al edil las contraseñas para tener acceso a las imágenes que fueran captadas por el equipo de vigilancia.
Chepe decide que...
Por otra parte, José Alfredo Contreras Méndez, se había percatado que Carlos Briceño Villagómez, director de Seguridad Pública había dado instrucciones a sus elementos policíacos custodiar el edificio gubernamental, principalmente los puntos que presentaban mayor fragilidad.
Un elemento vigilaba con mayor atención la parte trasera del Palacio Municipal, precisamente donde se habían introducido los asaltantes en ocasiones anteriores.
El edil, al percatarse de esta acción, giró instrucciones al director de Seguridad Pública Municipal para que sus elementos se encargaran de la vigilancia del frente del edificio, porque "no tenían nada que hacer en la parte posterior".
Viernes 13
El panorama se complicaba con la instalación de las cámaras de vigilancia podría traer alguna complicación para quienes habían planeado el robo, el día idóneo era el fatídico Viernes 13, la nómina para los trabajadores eventuales de la administración municipal había llegado.
Para fortuna de los ladrones el proveedor de las cámaras de vigilancia aún no entregaba la contraseña para grabar imágenes de quienes entraran al sitio a perpetrar el delito.
Primero entró uno, rápidamente el segundo, protegidos con guantes para no dejar impregnadas sus huellas dactilares en el sitio se dirigieron directamente al escritorio donde están los sobres con dinero en efectivo para el pago de la nómina, revisaron uno, dos, tres...cajones y no encontraron nada.
Uno de ellos retornó hacia la ventana para avisar a su compañero que no habían encontrado el dinero, parecía que el contacto les había informado mal...no llegó la nómina.
Regresaron nuevamente al escritorio y juntos forzaron la caja fuerte que había ahí...éxito...cedió ante la palanca, el contacto no había mentido ahí estaba el dinero en efectivo, rápidamente embolsaron el dinero.
La adrenalina estaba haciendo efecto, uno de ellos empezó a temblar de las manos...¡apúrale bato! le dijo con un susurro el que tenía el mando.
Rápidamente salieron por la misma ventana pusieron pie en calle y salieron huyendo.
El festín
Semanas más tarde del robo a las arcas municipales, cuando el tema se había enfriado, las notas periodísticas y el revuelo en otros medios de comunicación ya habían amainado ocurrió lo siguiente
Repentinamente suena el teléfono de Normando Medina Castro, la llamada en un horario fuera del laboral sorprende al secretario de Gobierno.
Alguien le informa que ha visto a uno de los empleados del municipio en el bar La Selva ingiriendo bebidas alcohólicas y al momento de pagar su tanda exhibió un fajo de billetes de alta denominación, detalle que llama la atención porque no corresponde para un empleado con bajo ingreso.
El secretario acusiosamente comunica al edil de la llamada recibida y éste inmediatamente se traslada al sitio sin mediar temor alguno de enfrentar a un presunto delincuente a menos que con base a la relación laboral pretenda llamarle la atención como si fuera su padre o quizá su socio en algún negocio de propósitos desconocidos.
Quien dió aviso a Norman Medina Castro, probablemente dió aviso a los ministeriales que se presentaron al lugar citado pero ya no encontraron a nadie sospechoso ya que por instrucciones directas del presidente municipal habían desalojado el lugar.
Encontraron al presidente municipal en su camioneta polarizada y con el aire acondicionado encendido, como si quisiera pasar desapercibido entre la gente, y sin explicar por qué motivo se encontraba de manera sospechosa en el sitio.
El robo ocurrió cuando la campaña se encontraba en el punto álgido, cercano a la veda electoral cuando los recursos económicos son más urgentes para cooptar el mando de la administración siguiente y así garantizar la salida/huída del actual gobierno municipal.
Sospechoso también resulta que los altos mandos de las autoridades ministeriales a pesar de saber de quienes se trata no haya procedido en la detención de ninguno de ellos.
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