El gobierno mexicano empleó una variedad de tácticas para mantener su poder durante la Guerra Sucia. Estos incluyeron:
1. Utilizar los servicios militares y de inteligencia para espiar, infiltrar y desbaratar a los grupos de oposición.
2. Arrestar y detener a presuntos disidentes, a menudo con cargos falsos, y someterlos a duras técnicas de interrogatorio, incluida la tortura.
3. Desapariciones de personas, incluidos estudiantes, periodistas e intelectuales, que se consideraban una amenaza para el gobierno.
4. Censura a medios de comunicación independientes y periodistas críticos con el gobierno.
5. Controlar el flujo de información a través de los medios de comunicación estatales y las campañas de propaganda.
Al utilizar estas tácticas, el gobierno mexicano pudo reprimir la disidencia, mantener el control sobre la población y evitar ser derrocado del poder. No fue hasta principios de la década de 2000 que el gobierno ofreció una disculpa oficial y un reconocimiento de la responsabilidad del Estado por las atrocidades cometidas durante la Guerra Sucia.
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