jueves, 8 de septiembre de 2011

Padece de delirio de grandeza...asesino de Iztapalapa


Reforma
Distrito Federal

Jorge Antonio Iniestra tiene delirio de grandeza, es egocéntrico y narcisista, con lo que logró mantener encerradas durante siete años a sus dos hijastras, con quienes tuvo cinco hijos.

El perfil psicológico que realizó la Procuraduría General de Justicia local (PGJDF) al homicida de 32 años de edad señala que su personalidad fue empoderada hace más de 15 años, cuando su madre le dio un lugar preferencial como la cabeza de la familia.

Esto le permitió convertirse en un megalómano y tras ser detenido aseguró en sus declaraciones ante el Ministerio Público que pretende escribir un libro en la cárcel. Refiere que aunque sí le dan ganas de suicidarse, le gustaría y tiene muchas cosas que hacer, como escribir un libro.

Es un sujeto que pretende tener un rol protagónico y un tanto cínico en virtud de sus declaraciones", explicó el subprocurador de Averiguaciones Previas Centrales, Jesús Rodríguez Almeida.

"Su madre siempre lo aceptó y solapó, fue permisiva en todas sus conductas, ello refuerza su conducta ante los demás.

Sus hermanos refieren que él era el hermano mayor y por eso lo que hiciera estaba bien.

Ante esa solidaridad criminógena pues reforzó siempre su personalidad egocéntrica, megalómana, promiscua y dominante.

En el documento de la PGJDF se indica que primero fue seduciendo a las víctimas, posteriormente logró ejercer poder sobre su voluntad y luego pasó al abuso, además de que busca compartir culpa.

La dependencia aclaró que está orientado en circunstancias, tiempo y lugar y puede diferenciar qué es apropiado e inapropiado, por lo que no es inimputable, además no siente remordimiento ni culpa por los daños que pueda causarle a otras personas, pues lo único que busca es su satisfacción, principalmente sexual.

Iniestra conoció a Clara Tapia, 12 años mayor que él, quien era conserje de una primaria pública en Iztapalapa.

Se mudó con ella y sus dos hijas de 14 y 15 años y con otro menor de 11, sin embargo, sedujo a las tres mujeres para que mantuvieran relaciones sexuales.

Incluso la madre de familia le entregaba todo su dinero a cambio de que no la abandonara.

Ante la falta de dinero Clara buscaba comida en la basura que los niños tiraban en la escuela donde trabajaba.

Sus hijas Gabriela y Rebeca, quien murió por golpes que Jorge Antonio le dio, tenían el síndrome de Estocolmo, según las declaraciones ministeriales, dijo Rodríguez Almeida.


Era una familia muy extraña

Para los vecinos de la Calle 11, en la Colonia Renovación de Iztapalapa, la familia de José Antonio Iniestra Salas era muy extraña.

Durante más de 20 años nunca recibieron visitas, hicieron fiestas o permitieron que alguien ajeno ingresara a la vivienda, incluso los tachaban de gente muy pacífica, pero en su interior asesinaron a dos personas y mantuvieron secuestradas a cinco menores y dos mujeres.

La casa de la familia es de dos pisos y está a medio construir.

Ahí vivían 16 personas, explicó el Fiscal Especial para la Atención de Niños, Niñas y Adolescentes, de la Procuraduría local, Jorge Mauricio Ferman.

En la planta baja está la sala, dividida por una cortina para habilitar un cuarto para una de las hermanas del violador, quien vivía con sus tres hijos.

En la misma planta está la cocina y el comedor, así como una zotehuela, en donde están las escaleras para el primer piso.

Arriba, en primera instancia está el cuarto donde dormían Soledad Salas Torres, la mamá del violador, Juan Carlos, el hermano, y un joven de 14 años.

En el otro cuarto vivían José Antonio con Rebeca y Gabriela y los cinco hijos que procreó con ellas.

En el espacio sólo había una cama matrimonial, decenas de juguetes, una mesa sucia y una estufa pestilente que tenía al lado la bacinica donde las mujeres y los niños hacían sus necesidades, ya que los encerraba bajo llave.

En ese cuarto mantuvieron durante un mes el cadáver de Rebeca.

La Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF) informó que hoy se realizará la declaración preparatoria de los inculpados, en el Juzgado 64 Penal, con sede en el Reclusorio Sur.

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