En Primera Fila con...
Luis A. Cabañas Basulto
Quienes hemos sufrido la dolorosa muerte de un hijo sabemos lo triste que es la entrañable pérdida de un ser querido, más aun en el caso de quienes lo hemos padecido en circunstancias diferentes a las llamadas muertes “naturales”, y peor aun cuando se trata del caso de un asesinato, en el que intervienen terceras personas. Imagínese Usted el sufrimiento de quienes, inclusive, pudieron haberlo evitado por algún medio.
Sin mayores preámbulos, para nadie es un secreto que, con el respeto que merece su dolor, ese fue precisamente el caso del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, cuyo vástago, José Eduardo, quien se desempeñaba como coordinador regional de Desarrollo Social de esa entidad, fue cobardemente asesinado a principios de este mes por gente ligada al narcotráfico, según denunció el propio afligido padre, ex presidente del CEN del PRI.
Apenas hace unos días, en entrevista para Radio Fórmula, MVS y Carmen Aristegui, el coahuilense, cuyo hermano, su sucesor, es precisamente el actual jefe del Ejecutivo de ese Estado, aseguró que las autoridades locales le confirmaron que su hijo fue asesinado por una venganza del narcotráfico y que el recién abatido narcotraficante Heriberto Lazcano “El Lazca” vivía como minero en la comunidad de Progreso.
Más aun, consideró que se debe investigar a los nuevos mineros de la región carbonífera de Coahuila, donde empresarios compran el carbón a los narcotraficantes, ya que ese es el nuevo negocio del narco. Tras seis años como gobernante, confesó que en esa entidad “se duerme uno y escucha balaceras durante la noche”, por lo que “se duerme con miedo”, aunque dijo respetar la forma en que su hermano Rubén lucha contra los narcos, ya que “lleva un modelo diferente al mío”.
Tras asegurar que el Procurador de Coahuila, Homero Ramos, le dijo que el asesinato de su hijo fue una venganza por matar al sobrino del Z-40, dijo que el supuesto homicida vendía droga, fue detenido y luego liberado por 3 mil 500 pesos.
Lo curioso es que, hasta ahora que dejó de ser gobernador y mataron a su hijo, sabe a qué se dedican los narcotraficantes, conoce dónde andan y con quiénes están asociados, claro porque cualquiera pensaría que él mismo les concedía permisos para sus negocios, hacía tratos con ellos por dinero para que ganase su hermano la campaña por el PRI, aunque, cuando se le exigían resultados por aumentar el narco, inseguridad y desapariciones, respondía que “aquí no pasa nada, son ataques políticos”, y le valía la seguridad de Coahuila.
El asunto de Moreira Valdés, sólo separado de la cúpula del PRI y alejado de la campaña de Peña Nieto por el escándalo de la “danza” de millones durante su gobierno, no debiera terminar aquí ya que habría que preguntarse qué más sabe sobre el narcotráfico y, entre otros, explicar sobre sus monumentales mansiones en San Antonio, Saltillo; En la Isla del Padre, Texas, y ¡en París, Francia!, así como sus sospechosa relación con el ex alcalde priísta de la propia población de Frontera, Rogelio Ramos Sánchez.
La información sobre esas relaciones entre narcos y gobernantes del PRI no es de ahora ni privativa de entidades ajenas a Quintana Roo, donde el caso de Mario Villanueva Madrid fue de los más sonados, aparentemente sólo en su modalidad de “lavado” de dinero, aunque, de una u otra manera, contra lo que afirma su vástago mitómano Carlos Mario Villanueva Tenorio, ligada a esa ilícita actividad de delincuencia organizada.
Con excepción del sexenio del chetumaleño Joaquín Hendricks Díaz, al siguiente periodo, el del cozumeleño Félix González, todo hace suponer que esos vínculos continuaron, después que la Procuraduría General de la República dio a conocer la existencia de 30 inmuebles de Quintana Roo, Tamaulipas y Distrito Federal ligados a los ex gobernadores priístas de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores, ambos acusados de recibir sobornos del narcotráfico.
Para ese efecto, peritos contables trabajaron en el análisis de los datos que permitirán seguir con el rastreo de otros posibles bienes, determinar el origen de los recursos con los que se adquirieron y si se utilizaron prestanombres, por lo que en Cancún revisaron tres inmuebles presuntas propiedades de Hernández Flores: Dos condominios en el área de Puerto Cancún y un departamento en Residencial Emerald, inmueble de lujo en la zona hotelera de esa ciudad.
La indagatoria de la PGR fue por “lavado” de dinero, delincuencia organizada y delitos contra la salud, por lo que la Unidad Especializada en Investigación por Delitos contra la Salud aseguró 11 propiedades del ex gobernador de Tamaulipas, quien residía en el departamento 15-E de la Torre Emerald desde el 2010 cuando terminó su gestión como titular del Ejecutivo estatal.
Los inmuebles asegurados en Cancún fueron seis departamentos en ese exclusivo edificio que, con un valor catastral de entre 1.5 y 3 millones de dólares cada uno, se ubican en el paseo Kukulcán de la zona hotelera, así como dos condominios en Puerto Cancún, dos más en el exclusivo fraccionamiento Mare Azul, Club de Yates de Playa del Carmen y otra propiedad en el conjunto naviero La Amada, conjunto residencial y marina de la zona continental de Isla Mujeres.
Además, en noviembre de 2011, un fraccionamiento del kilómetro 12 del boulevard Kukulcán fue escenario de otro escándalo político, con el supuesto “suicidio” de la búlgara Galina Chankova Chaneva, quien se habría arrojado de un departamento propiedad del actual senador “quintanarroense” del PVEM, Jorge Emilio González Martínez (a) “El Niño Verde", aunque, según el periódico Reforma, los miembros de ese partido tienen 15 departamentos dobles en el fraccionamiento.
Ahora bien, ante este panorama, la pregunta obligada es si el gobierno que entonces encabezaba el ahora senador priísta Félix González ignoraba cuanto ocurría en su entorno, o bien, como decía Moreira, “aquí no pasa nada, son ataques políticos” ¿Será que acaso creen que la gente piensa con los pies?
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