La frase "no somos iguales" se ha vuelto emblemática en el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador como una forma de diferenciarse de los gobiernos anteriores. Sin embargo, algunos casos de corrupción y opacidad en su administración muestran una realidad que contradice su propaganda política.
Desde que inició su mandato, AMLO ha sido enfático al decir "no somos iguales" como una forma de diferenciarse de los gobiernos anteriores y demostrar su compromiso con la honestidad y transparencia en el ejercicio público. Sin embargo, algunos casos han puesto en tela de juicio esta afirmación.
Uno de los casos más emblemáticos fue el del exchofer de AMLO, Nicolás Mollinedo. Se descubrió que, a pesar de conducir un Tsuru para simular modestia, recibía un sueldo mensual de 60 mil pesos, lo que se considera un salario elevado en el país.
Además, ha habido casos de obras inconclusas, nóminas infladas con trabajadores falsos, así como desvíos de recursos y opacidad en instituciones como FONATUR, encargada de proyectos turísticos en el país.
Estos casos socavan la credibilidad de la frase "no somos iguales" y plantean interrogantes sobre la incontestable honestidad con la que se ha presentado el gobierno de López Obrador. En lugar de centrarse en slogans publicitarios, es necesario que la administración se enfrente a estos casos de corrupción y trabaje para garantizar una mayor transparencia y responsabilidad en el servicio público.
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