Rafael Cárdenas Vela, sobrino de Osiel Cárdenas |
Brownsville, Texas
Estados Unidos
Cuando un administrador regional para el Cártel del Golfo mudó su operación a un territorio más lucrativo en la frontera, se llevó consigo no sólo sus vehículos blindados y ejército personal, sino también a sus “jefes de departamento” y un equipo de contadores.
En la grotesca violencia que ha envuelto a México es fácil perder de vista el hecho de que, a final de cuentas, estas organizaciones criminales son negocios complejos que dependen de una cuidadosa contabilidad, tanto como de los rifles de asalto.
Las estructuras que son la base de las organizaciones criminales más exitosas son estables de una manera que el hecho de capturar o matar al hombre al mando podría ser sólo un revés temporal y suprimir una vía de ingresos sólo impulsará una búsqueda de otras fuentes de dinero.
Rafael Cárdenas Vela, miembro del cártel del Golfo y quien dirigió tres plazas o territorios importantes, testificó esta semana sobre la estructura y operaciones de la organización con tal detalle que podría constituir un breve curso: narco básico, quizá.
Cuando los fiscales le pidieron a Cárdenas que les explicara a los jurados una década de movimientos en la estructura de mando y control del cártel, recurrió a una gigantesca gráfica de la organización que sería reconocible para cualquiera en el mundo corporativo, salvo por los espacios en la parte de abajo para los arrestados y fallecidos.
Cárdenas explicó que en su plaza tenía administradores a cargo de cada vía de ingresos, como la mariguana, cocaína, y las cuotas, o pagos de extorsión exigidos a los negocios legales e ilegales.
Cada departamento tenía un contador. Un contador adicional llevaba el seguimiento del cobro de piso, o el impuesto sobre cualquier cargamento de drogas que pasaba por su territorio.
Otro contador los supervisaba a todos. “No puedo hacerlo todo yo solo”, expresó Cárdenas. “Ésa es la razón por la que tenemos a alguien encargado de cada departamento”.
Esa estructura significa simplemente que quitar a los líderes de las organizaciones a menudo no es suficiente. “Tienes que seguir atacando al mando y a los elementos de control una y otra vez”, apuntó Will Glaspy, quien supervisa las operaciones de la DEA, dependencia antidrogas estadounidense, en Rio Grande Valley, en Texas, al otro lado de la frontera del territorio del Cártel del Golfo.
Desde que Osiel Cárdenas Guillén, tío de Rafael Cárdenas, fue extraditado a Estados Unidos, en 2007, los casos se han estado armando por sí mismos. El hombre que tomó el control por Osiel Cárdenas fue capturado este mes. El hermano de Osiel Cárdenas fue muerto por elementos de la Marina mexicana en 2010.
Más recientemente, un tercer hermano fue arrestado en México este mes. Juan Roberto Rincón-Rincón, el jefe de plaza declarado culpable el viernes en Brownsville, es uno de tres jefes de plaza del Cártel del Golfo arrestados en Estados Unidos el año pasado.
Y las autoridades mexicanas capturaron a otro presunto jefe esta semana. “Es el Gobierno de México el que ha tenido un éxito tan tremendo al fijar su objetivo en el Cártel del Golfo durante los últimos cinco o seis años. Ellos son los que han continuado atacando y concentrándose en el mando y control del Cártel del Golfo”, añadió Glaspy.
“La estructura corporativa (del Cártel del Golfo) no luce exactamente como una compañía de la lista Fortune 500, pero probablemente no está muy lejos”. La estructura refleja intereses diversificados. El cártel aún es conocido principalmente como una organización de narcotraficantes, pero recibe ingresos importantes del contrabando de inmigrantes y de la extorsión.
El sector de la Patrulla Fronteriza estadounidense que cubre gran parte del territorio del Cártel del Golfo incautó aproximadamente 454 mil kilos de mariguana, en 2011, y detuvo a casi 60 mil inmigrantes ilegales.
El cártel recibe un porcentaje por cada kilo de drogas y cada inmigrante ilegal que pasa por su territorio. Guadalupe Correa-Cabrera, presidenta del departamento de gobierno en la Universidad de Texas, en Brownsville, le atribuye a Osiel Cárdenas el encabezar la evolución estructural del cártel.
Añadió que el testimonio de su sobrino reveló las similitudes entre la organización narcotraficante de hoy y una corporación legítima con redes transnacionales e intereses diversificados. La mayor maniobra de Osiel Cárdenas fue crear a Los Zetas, ex militares, como un nuevo departamento para manejar la seguridad del cártel, externó.
“Cuando (Osiel Cárdenas) introdujo a Los Zetas cambió todo el panorama del tráfico de drogas y el crimen organizado en el hemisferio”, comentó. Su expansión a otras empresas criminales más allá del narcotráfico sirvió como una lección para sus clientes de mucho tiempo y otras organizaciones criminales.
Los Zetas se separaron del cártel en 2010 y se convirtieron en una organización criminal independiente. Sin los críticos corredores de contrabando controlados por el Cártel del Golfo o sus líneas de suministro, Los Zetas inicialmente no pudieron contar con el ingreso del narcotráfico así que se diversificaron a la piratería y la extorsión, expresó Glaspy.
“Todo es cuestión de dinero, y si no están ganando dinero de las drogas buscarán otra actividad criminal para reforzar o encontrar otras vías de ingresos”, agregó.
El joven Cárdenas testificó que le costaba aproximadamente un millón de dólares al mes, cuando dirigía la plaza de Río Bravo, cubrir la nómina, renta, vehículos y sobornos. Tenía que reclutar, entrenar y equipar a sus propios pistoleros. Cuando resultaban muertos, continuaba pagando sus sueldos a sus familias.
Cárdenas se declaró culpable de un cargo de conspiración para poseer y distribuir cocaína y mariguana y coopera con las autoridades estadounidenses en otros casos del cártel con la esperanza de recibir una sentencia menor.
Los sobornos iban a todos los niveles del sistema de justicia, la prensa, miembros del Ejército y funcionarios estadounidenses corruptos, declaró. “Para tener bien tu plaza, toda organizada, tienes que pagarle a todas las dependencias de Policía”, dijo Cárdenas.
Sobornar tan sólo a la Policía local de Río Bravo costaba 20 mil dólares por semana, explicó. Y cuando el Cártel del Golfo comenzó a enfrentarse con Los Zetas, a principios de 2010, añadió, los costos se incrementaron al punto en que sólo estaban saliendo tablas. Cárdenas trabajó casi una década como jefe de plaza.
Cada una de sus plazas se encontraba a una hora en auto de la frontera de Texas. “Todas las plazas que tienen río en la frontera son mejores”, expresó. Más cruces de drogas e inmigrantes, además de negocios fronterizos, como farmacias, populares con los turistas estadounidenses. Más dinero.
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