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viernes, 4 de enero de 2013

Una mexicana ayuda a motociclista inglés ante la nula respuesta de su embajada


Juan Ernesto Bautista
México

Andrew Pattrick, de nacionalidad inglesa, llegó al país para realizar la odisea de atravesar en motocicleta las sierras, bosques, valles, montañas y lagos de la zona centro de México hasta el sureste y coronar el viaje en la ciudad de Belice.

Originario de Brighton, Inglaterra, y con el mismo arrojo de sus ancestros trotamundos, Andrew, en la plenitud de sus 40 años y con conocimientos en ingeniería cibernética, instrumentó su logística de viaje a partir de comprar una motocicleta vía internet a otro ciudadano inglés radicado en la Ciudad de México, y así emprender la travesía en su Honda HR 250 Tornado.

Sin molestarse del problema de inseguridad que presenta el país, Andrew tomó su motocicleta, ya en la Ciudad de México, y se dirigió al estado de Guanajuato, para de ahí emprender la escalada de la sierra que lo llevara a los estados de México, Morelia, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Quintana Roo, para terminar en Belice.

Pero sus sueños terminarían en la orilla del pavimento de la carretera del kilómetro 22 de Bacalar hacia Cozumel, al ser arrollado por una camioneta tipo Pick up, y el conductor darse a la fuga.

Del percance, de acuerdo con el primer diagnóstico, cuatro costillas, la rodilla y tobillo derechos resultaron rotos. Sin perder el conocimiento y sin poder incorporarse totalmente, desde la orilla del pavimento en posición horizontal observa cómo un mar de gente lo rodea para ofrecerle su solidaridad.

Sin dinero, sin amigos, y sin ayuda de la embajada británica, con las piernas y su motocicleta Honda destrozados en la víspera de Año Nuevo y sin conocimiento del idioma español, allá, arrinconado en el hospital general del Chetumal, Quintana Roo, a Andrew solo se le ocurrió enviar un mensaje de texto a una joven mexicana, Daniela Monroy González, a quien conoció el mismo día de Navidad en una sesión de buceo en las playas de Puerto Escondido, Oaxaca, cuando este arrojado joven inglés realizó una parada en su larga travesía mexicana.

“Me accidenté, me atropellaron, estoy en un hospital de Chetumal, no conozco a nadie, ni hablan inglés, me puedes ayudar”, fue el mensaje que recibió el mismo 29 de diciembre, día del suceso.

Solo por ayudar

Daniela Monroy, quien apenas cinco días antes había compartido una hora de buceo con Andrew por casualidad en una sesión frente a las costas de Puerto Escondido, no dudó en ofrecer su ayuda humanitaria a este inglés en desgracia, al recibir el mensaje telefónico la noche del sábado 29, ella ya en la Ciudad de México.

Desde los primeros reportes del accidente, Daniela, con un sentido altamente altruista, intentó establecer enlace telefónico con gente de la embajada de Inglaterra en México, pero como no hay personal diplomático por ser días festivos, la llamada es transferida a Londres, y desde ahí reciben las primeras noticias del accidente, pero no resuelven, solo toman nota del caso Andrew.

Ya el domingo 30, el mismo Andrew, a través de otro mensaje de texto desde su teléfono, casi inservible después del accidente que no permite la interlocución auricular, le comunica a Daniela con gran preocupación que tendría que ser intervenido. El destino de su viaje ahora sí lo pone en una encrucijada.

Daniela le solicita que le dé los datos de su familia (integrada por dos hermanas, un hermano y su mamá), para informarles del accidente. Con un poco de reticencia al ser enteradas del lamentable acontecimiento, Andrew proporciona los números de casa y celular de la hermana, quien radica en Brighton.

Monroy después de innumerables intentos, entra en comunicación directa desde su celular con Lucy Harwood, quien recibe la noticia como un balde de agua fría.

Postrado en una cama del hospital general de Chetumal, sin ayuda de su país, sin servicios médicos de primera clase a los cuales está acostumbrado, con el infranqueable problema del idioma y solo con 550 pesos en efectivo y algunas tarjetas de crédito, Andrew, tiene la firme esperanza de encontrar un buen nosocomio privado para ser intervenido o bien, encontrar la forma de emprender el regreso a su país para ser operado allá.

Al intentar encontrar una forma más segura y que propiciara una tranquilidad a Andrew de la operación, Daniela realizó sondeo en hospitales privados en la Ciudad de México para comparar el costo de la intervención o de viajar a Londres a operarse, con el siguiente resultado:

“Por la intervención quirúrgica y los servicios médicos necesarios el costo se acercaba a los 200 mil pesos, más tratamientos por recuperación y lo que resulte de las atenciones postoperatorias.”

Y ello sin considerar el costo del vuelo de Chetumal hacia la Ciudad de México, con otro agravante: ninguna línea área quería transportarlo en las condiciones de accidentado en camilla, además de no contar con servicio médico privado que la acompañara durante el vuelo al Distrito Federal.

Pero había otro ligero problema: Andrew no tiene esa cantidad de dinero, así que la forma más viable de solucionar el problema será el traslado a su país, así, con las cuatro costillas rotas, la rodilla y el tobillo.

La decisión se toma desde México con ayuda de la hermana de Andrew, quien paga los boletos de avión para trasladarlo a la Ciudad de México el próximo viernes y enviarlo en vuelo directo a Londres, con la invaluable ayuda de la enfermera Teresa de Jesús Pineda, quien lo acompañará hasta el Distrito Federal.

Daniela Monroy, con estudios sobre finanzas en Oxford y emprendedora financiera, no duda en que su ayuda altruista llegue a buen puerto. Deja escapar una ligera crítica a la embajada británica por no apoyar a uno de sus ciudadanos.

Al ser cuestionada por qué se metió en esta historia, respondió:

Lo realizo solo por ayudar y como viajo por el mundo, espero siempre que haya alguien con ese espíritu. Él vendrá el próximo viernes a la Ciudad de México y ahí estaré en el aeropuerto para completar la ayuda a Andrew para que llegue con bien a su país.

Milenio

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