martes, 11 de junio de 2013

¡Nueva hazaña de policías!

Por Luis A. CABAÑAS BASULTO

Con el título de “Denuncia ciudadana” y copia dirigida al gobernador Roberto Borge Angulo; el secretario de Seguridad Pública, Bibiano Castillo Villa, y la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Joselito García le puso este martes una “pinta más al tigre” a la corporación policiaca en las redes sociales por un nuevo atropello de un grupo de policías, increíblemente, destacados en la Casa de Gobierno de Chetumal.

Ante la muy probablemente omisión de la nota en los medios de comunicación afines, el chetumaleño denunció valientemente una injusta detención que sufrió el domingo por la mañana, cuando, según explica atinadamente, tuvo la mala fortuna de toparse con un sujeto y su pareja con uniformes de la Policía Estatal Preventiva que “custodian” el inmueble donde residen los gobernantes en turno, en este caso Borge Angulo.

Puntualiza que transitaba por una calle sin pavimento que circunda el inmueble, donde hasta antes del sexenio del cozumeleño Félix González la mayoría de los periodistas solíamos frecuentar en eventos públicos -hoy parece esconder algo-, y lo acompañaban su hijo menor de edad y un amigo de éste también menor, a los que alcanzó una patrulla de la que descendieron los agentes “del orden”.

Lejos de mostrar el porqué de su título de “servidores públicos”, uno de los sujetos, cuya foto adjunta a su denuncia, en forma prepotente y grosera le pregunto por qué pasaba en esa calle restringida al paso, pero sin algún letrero que lo indique, por lo que le pidió su identificación y los papeles del vehículo, por lo que pidió su infracción de haber cometido alguna falta

Sin embargo, el agente afirmó que otro patrullero lo infraccionaría, por lo que su retención se prolongó cerca de hora, pero al llegar los otros policías le dijeron que tenía que acompañarlos al edificio policiaco, donde le dirían el motivo, pero ante su negativa por no haber cometido ninguna infracción llamaron a cinco patrullas más con numerosos elementos que rodearon su auto, abrieron las portezuelas y los bajaron con amenazas y lujo de violencia a todos, inclusive a uno de los menores.

Agregó que a él lo trasladaron a Seguridad Publica sin que nadie justificara el motivo, aunque lo pasaron el médico de guardia, que demoró media hora en llegar y certificar que no estaba alcoholizado, lo que aprovechó su custodio para tratar de quitarle violentamente su celular, tras lo cual lo condujeron a otro privado donde le hicieron otra prueba, ahora del alcoholímetro, que también resultó negativa.

Para ese efecto, había llegado al edificio un compañero de trabajo para averiguar lo que ocurría, pero también lo sacaron en forma violenta y con amenazas, ya que grababa los hechos, aunque ya con el resultado negativo del alcoholímetro lo dejaron en libertad, pero que al día siguiente fuera a tramitar la entrega de su vehículo, pero previo pago de la grúa. Al insistir en la entrega de éste lo amenazaron con encerrarlo nuevamente si no se retiraba de la corporación.

Tras lo que calificó como su amarga experiencia, por la que estuvo privado dos horas de su libertad, Joselito García advirtió a la comunidad pensarlo más de dos veces si quiere o tiene necesidad de pasar cerca de esa “Casa de Gobierno” que, por cierto, apenas el sábado se vistió de gala con el festejo por el primer año de vida de la hija del jefe del Ejecutivo, ocasión para lo cual se contrató a más de medio centenar de meseros que seguramente entraron por arriba al edificio.

¡Caray! Ante tantas irregularidades, cualquier persona con un centímetro de cerebro se preguntaría y repreguntaría cómo es posible que aún existan policías con “sascab” en la cabeza en lugar de cerebro. Hasta pareciera que existe algún “complot” para hacer quedar mal al gobernador o a su jefe Bibiano Villa, a menos, claro, que se les esté permitiendo hacer lo que les pegue la regalada gana.

Lo curioso de todo esto es que, pese a reproducir prácticamente todo el calvario de un ciudadano y la serie de irregularidades que rodean a la corporación, nadie mueve un solo dedo para remediar la situación o, en el menor de los casos, castigar a los responsables y exhibirlos públicamente, salvo que esas sean las salvajes órdenes que reciban de lo que ellos denominan “la superioridad”.

Estamos ciertos que un edificio como la Casa de Gobierno requiere de vigilancia dada la jerarquía de su ocupante, pero, ¡caramba!, no pueden olvidar esos policías que están lastimando a un pueblo que les da de comer y que están al servicio de la ciudadanía por su carácter de servidores públicos. No pueden frenar la delincuencia, y encima de ello se sienten superiores a la población sólo por portar una placa y una pistola, como si éstas fueran “patente de corso” para sentirse Superman.

Lo más correcto sería que los policías que vigilan el local fueran precisamente los más preparados, aunque no por aquello de actuar como “gorilas”, en el uso de armas o prácticas de karate, sino en el correcto trato a la gente, a sabiendas de que precisamente ahí habita su comandante en jefe, ya que, no lo olviden, la imagen que tiene un pueblo de su gobierno es la imagen de su policía. ¡Y están cerca las elecciones, cuando todos se la cobran “a lo chino”! ¡Bien merecido se la tienen!

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