A los 37, en Denver, con éxito en su línea de productos, se casó con Charles J. Walker. Juntos expandieron el negocio, viajando y abriendo salones de belleza y escuelas. En 1910, en Indianápolis, Madam C. J. Walker estableció su sede, empleando a 20,000 mujeres y promoviendo la independencia financiera. Dedicó su riqueza a obras benéficas, luchando contra la injusticia social.
Falleció a los 51 años, siendo la afroamericana más rica de su tiempo. En su testamento, destinó 2/3 de sus ganancias a caridad. Su legado perdura, demostrando que desde la adversidad se puede alcanzar el éxito y hacer el bien.