El juicio que se le sigue a Vicente Zambada Niebla, hijo de El Mayo Zambada, en Chicago ha colocado a la luz pública muchas de las cartas sobre la guerra contra las drogas. Una de las más relevantes, sin duda, es el presunto pacto entre el gobierno de Estados Unidos y algunos de los más prominentes líderes del Cártel de Sinaloa.
El acuerdo, del que en este texto se dan varias claves, ha sido desconocido ahora por la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés), pero existe una ligera posibilidad de que en la Corte de Chicago se conozcan más detalles de ese pacto y también de las operaciones encubiertas de agentes estadunidenses en México.
El proceso penal contra Zambada Niebla ha revelado también un hecho poco conocido: la existencia de Pedro y Margarito Flores, unos gemelos de padre mexicano, que se convirtieron en los zares de la coca en Chicago y que, por salvar su vida, decidieron colocarse una grabadora oculta en el cuerpo y traicionar al narco más buscado de México: Joaquín El Chapo Guzmán.
Aquí se cuenta la historia.
Chicago.- “No vayas a Sinaloa”, le rogaron los gemelos a su padre. No se podía confiar en el cártel. Pero el viejo no hizo caso. Decía que la carrera de toda una vida como traficante algo debía valer y, por lo tanto, merecer un trato especial. Él podría razonar con El Chapo.
Eso dijo Margarito Flores. Y nada más.
Tiempo después, la policía encontró su auto, abandonado en el desierto de Sinaloa, con un mensaje dirigido a sus hijos, adherido al parabrisas: “Dile a esos hijos de la chingada que se callen o vamos a enviarte sus cabezas”. De Margarito Flores nunca se volvió a saber ni a escuchar nada. De sus hijos Pedro y Margarito, tampoco. Corría 2009, un año en el que el combate al narcotráfico arrojaba ya un cruento saldo.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos mantiene en secreto dónde se encuentran los gemelos, ahora convertidos en sus informantes. En algunos meses, testificarán en contra de Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa y uno de los capos mexicanos más importantes que hayan sido procesados en una corte estadunidense.
Aparte de sus negocios, algo en común une a los gemelos Flores y al hijo de El Mayo Zambada: su real o supuesta colaboración con la justicia de EU en operaciones de espionaje contra grupos rivales.
A petición de la DEA, Margarito accedió a usar un micrófono oculto para grabar sus conversaciones con El Vicentillo y con los líderes del Cártel de Sinaloa: Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada.
Los abogados de Zambada Niebla alegan que él también colaboraba con la agencia antidrogas, proporcionando información sobre los grupos rivales a cambio de un trato favorable: la DEA, argumentan, se hacía de la vista gorda y simulaba no estar al tanto de las “toneladas de drogas que (El Vicentillo) metía de contrabando a Chicago y otras ciudades de EU”.
A pesar de que aún faltan meses para el juicio de Zambada Niebla, los documentos depositados en la corte muestran dos hechos clave: Chicago se convirtió en el mayor centro de distribución de drogas en Estados Unidos, y en el juicio se revelarán detalles comprometedores sobre la cooperación del gobierno estadunidense con algunos de los más poderosos narcotraficantes del mundo.
Los gemelos se iniciaron en el negocio gracias a su padre, quien era un traficante de la vieja escuela, un hombre en quien el Cártel de Sinaloa podía confiar. Con el tiempo, sus hijos, los gemelos, también ganarían la confianza y el acceso directo al jefe de jefes, al Chapo Guzmán.
Los gemelos son gringos de primera generación, nacidos en Chicago, en el barrio de inmigrantes mexicanos al que se conoce como Pilsen, y criados muy cerca de allí: en La Villita. Las drogas abundaban en esos rudos vecindarios, en cuyas calles las pandillas controlaban la distribución.
Gracias a los vínculos de su padre con El Chapo, los hermanos pudieron sustraerse al control de las pandillas y, al mismo tiempo, evitar las disputas por la plaza. Su modelo de negocio era muy sencillo: se dedicaban a almacenar la droga. Nada más.
Las drogas llegaban a territorio estadunidense en lanchas rápidas, botes de pesca, aviones Boeing 747 de carga, en buques contenedores, tractores e incluso submarinos. Los cargamentos entraban por Los Ángeles, de donde eran transportados en camionetas y entregados en modestos almacenes de Bedford Park y Chicago. De ahí, la carga se dividía y se ocultaba en otras bodegas de ciudades cercanas a Chicago, como Justice, Romeoville y Plainfield.
Los gemelos construyeron entre 2001 y 2008 quizá la red de distribución más grande que las autoridades hayan visto en toda la historia. Recibían la cocaína directamente de México –la más pura que podía encontrarse en las calles– y la vendían a granel, moviendo entre mil 500 y 2 mil kilos al mes, de acuerdo con los documentos depositados en la corte.
Los gemelos vendían parte de la mercancía a intermediarios, quienes la mezclaban y revendían a narcomenudistas distribuidos por todo Chicago. Además, los hermanos Flores surtían a mayoristas a lo largo y ancho de Estados Unidos y pronto se convirtieron en la cabeza de una red de distribución que llegaba hasta Milwaukee en el norte, Vancouver en el oeste y Nueva York, Filadelfia y Washington, en el este.
El negocio floreció en breve tiempo y el ritmo de las ventas fue tal que los gemelos no se daban abasto para esconder los fajos de dólares en los muros de casas y condominios ubicados en Chicago, Hinsdale, Palos Hills y Plainfield, todos registrados a nombre de novias y familiares sin antecedentes penales.
Llegó el momento en que no había suficientes prestanombres de confianza que ocultaran tal cantidad de dinero, así que decidieron incursionar en negocios legales para lavar sus ganancias. Pedro y Margarito abrieron entonces una peluquería llamada Millennium Cuts y un restaurante de cocina mexicana al que bautizaron como Mama´s Kitchen.
Para tener una idea de qué tan grandes eran las operaciones de los Flores, basta comparar sus ingresos anuales –estimados en 700 millones de dólares, según The Washington Post–, con el valor total de la droga incautada en las calles de Chicago: 208 millones de dólares en 2009, 139 millones en 2008 y 118 millones en 2007, según el Departamento de Policía de Chicago.
Es decir, en cualquiera de estos años los decomisos de droga nunca alcanzaron una tercera parte del valor de lo que el clan de los Flores obtuvo. Que las operaciones de los Flores hayan crecido tanto no es tan sorprendente, tomando en cuenta que Chicago tiene una de las poblaciones más grandes de mexicanos en Estados Unidos, dice el agente especial Jack Riley, jefe de la División Regional de Chicago de la DEA.
“Eso permite a los traficantes de droga mexicanos mezclarse, pasar inadvertidos, al tiempo que se benefician del apoyo de familia y amigos”, comenta Riley. “Los familiares en Estados Unidos son clave para los cárteles: la confianza es fundamental para sus operaciones”.
Aun cuando el negocio se apoyara en los contactos que su familia tenía en México, los gemelos Flores se las arreglaron para mantener su independencia frente a los cárteles que controlaban el suministro de droga.
De hecho, durante seis años (2002-2008) se beneficiaron del pacto existente entre el Cártel de Sinaloa y el de los Beltrán Leyva. Gracias a ello, los gemelos pudieron controlar el flujo de droga.
Todo acabó, sin embargo, en mayo de 2008. En una atmósfera marcada por la mutua desconfianza, Alfredo Beltrán Leyva fue arrestado en México. Los Beltrán culparon al grupo de El Chapo de revelar a las autoridades el paradero de su hermano y le declararon la guerra al Cártel de Sinaloa: la escalada de violencia en las calles de Culiacán costó la vida de 387 personas en el sangriento verano de 2008.
La ética de la violencia por la violencia rápidamente se salió de control y puso en peligro la vida de los integrantes de la familia Flores. Los gemelos optaron por cooperar con la justicia estadunidense a partir de un acuerdo propuesto por el gobierno cuyos detalles no se han hecho públicos.
Así, los gemelos revelaron información delicada a las autoridades de EU. Quizá una de las aportaciones más contundentes de los hermanos Flores a los servicios de inteligencia estadunidenses sean las conversaciones de Margarito hijo con los líderes del Cártel de Sinaloa, grabadas en secreto en octubre de 2008 y cuyas transcripciones fueron publicadas por la Oficina del Procurador Federal en Chicago.
Margarito llevaba una grabadora pegada al cuerpo durante el encuentro que tuvo en algún lugar de la sierra de Sinaloa con Vicente Zambada Niebla, su padre, Ismael El Mayo Zambada García, y El Chapo.
Las grabaciones revelan el grado de familiaridad entre ellos –en un punto de la conversación, puede oírse cómo Vicente se dirige afectuosamente a Margarito y lo llama “gemelo” –, lo cual, dada la secrecía con que estos hombres manejan sus negocios, representa un acercamiento extraordinario.
En una de las conversaciones grabadas, se escucha a El Mayo quejarse: “Este gobierno está dejando a los gringos hacer lo que quieren”, en referencia al presidente Felipe Calderón y su política de estrecha colaboración con las autoridades de Estados Unidos.
–Nos están chingando por todas partes –tercia El Chapo.
Poder de fuego –cómo obtener más y cómo usarlo– es un tema recurrente en los extractos de las conversaciones grabadas. Se escucha a Vicente preguntarle a Margarito cómo obtener explosivos y armas de grado militar. Incluso se le oye expresar su deseo de “enviar un mensaje” a las autoridades de Estados Unidos con la explosión de algún edificio de gobierno o de algún medio de comunicación en la Ciudad de México. Estos atentados nunca ocurrieron.
–Gemelo –dice El Vicentillo en la grabación–, tú conoces gente que regresa de la guerra. Encuentra a alguien que pueda darte armas de gran alcance, mierda gringa… no queremos porquerías. Quiero volar algunos edificios. Tenemos muchas granadas, tenemos muchas armas calibre .50, estamos cansados de las AKs.
El Vicentillo fue arrestado en marzo de 2009 luego de una operación realizada por un equipo de élite del ejército y agentes federales en la Ciudad de México.
De acuerdo con documentos de la corte estadunidense donde es procesado, a Zambada Niebla se le acusa de ser el coordinador logístico del envío de cargamentos de droga para el Cártel de Sinaloa.
El día en que El Vicentillo fue exhibido ante las cámaras, esposado bajo la custodia del ejército, lucía un corte de cabello estilizado, un saco de pana azul marino, jeans oscuros y una camisa a rayas desabotonada.
El hombre a quien se le atribuye ser el líder de los escuadrones de la muerte en la guerra del Cártel de Sinaloa contra la familia de los Beltrán Leyva, parecía más un nominado al Grammy Latino que un criminal.
Vicente Zambada Niebla capturó la atención de la prensa en marzo de 2011 cuando interpuso en la corte un alegato de inocencia de los cargos que le atribuyen, con el argumento de que tenía un acuerdo de inmunidad con la DEA.
La defensa de Zambada alegó inmunidad y “autoridad pública”, un tipo particular de inmunidad otorgada cuando alguien actúa bajo los auspicios del gobierno estadunidense. Zambada Niebla afirma que el aparato de justicia de EU le daba carta blanca para coordinar las operaciones de contrabando de droga en Chicago y en todo Estados Unidos, y que le permitía, además, enviar miles de millones de dólares en efectivo a México.
El hijo de El Mayo también alega que Estados Unidos era cómplice, pues proveía al Cártel de Sinaloa de armas semiautomáticas, que luego fueron usadas en la guerra contra sus enemigos.
Las circunstancias en que Zambada Niebla fue detenido han levantado sospechas. De acuerdo con documentos presentados el año pasado tanto por la fiscalía como por la defensa, apenas cinco horas antes del operativo en que fue capturado en una de sus casas de seguridad, Zambada Niebla se había reunido con dos agentes especiales de la DEA en el hotel Sheraton ubicado frente a la embajada de Estados Unidos.
Zambada Niebla acudió a la cita con los agentes de la DEA acompañado de Humberto Loya Castro, abogado y asesor del Cártel de Sinaloa. La defensa señala que éste había acordado servir de intermediario en las comunicaciones de la DEA con el cártel.
Humberto Loya Castro o el Comandante Loya, como sus correligionarios se refieren a él, es nada menos que la pieza clave en la defensa de El Vicentillo. Loya sirvió desde la década de los ochenta como confidente y como asesor legal del Cártel de Sinaloa.
El fiscal encargado del caso presentó en la Corte del Distrito Norte de Chicago documentos que confirman que Loya fungía como informante al servicio de la DEA.
Loya Castro era un nombre desconocido hasta que hizo una destacada aparición en julio de 2011 en la corte a petición de la defensa de Zambada.
El documento ubica a Loya Castro como “un miembro de alto nivel del Cártel de Sinaloa” y “un confidente cercano” al Chapo Guzmán y al Mayo Zambada, los jefes de la red más grande de distribución de cocaína, heroína y metanfetaminas en Estados Unidos.
Los documentos presentados en la corte tanto por la defensa como por la fiscalía coinciden en lo fundamental: el contacto de Loya con las agencias antinarcóticos de EU comenzó en 1995, cuando fue procesado in absentia en una Corte Federal de Distrito en San Diego.
A Loya se le responsabilizó de sobornar a las autoridades mexicanas para evitar la incautación de cargamentos de droga y de corromper tanto a directores de penales como a altos funcionarios de la PGR para que libraran de custodia policiaca a miembros del cártel.
La acusación incluso menciona la existencia de una grabación telefónica en la que un miembro del cártel le asegura a otro que Loya conoce gente en la prisión de Arizona que podría aceptar un soborno a cambio de que ayudara a un integrante del cártel a escapar de prisión.
Loya Castro nunca fue detenido. Sin embargo, a fines de los años noventa comenzó a cooperar como informante de la DEA. De acuerdo con el fiscal federal Patrick Fitzgerald, Loya se reunía periódicamente con agentes estadunidenses en México. Durante más de una década les proporcionó información sobre gente implicada en el tráfico de drogas y el lavado de dinero.
No obstante, Fitzgerald, quien renunció a su cargo en junio, descartó los alegatos de Zambada Niebla. “Contrariamente a lo que señala la defensa, no se le concedió inmunidad (a El Vicentillo), ni tampoco se le ofreció inmunidad a Loya Castro”, declaró ante la Corte Federal en Chicago en septiembre de 2011.
A pesar de las negativas oficiales, el acuerdo de la DEA con Loya Castro fue revelado el 9 de septiembre del año pasado, justo antes de que tuviera lugar una de las seis audiencias preparatorias para un juicio que continúa siendo pospuesto. El acuerdo, que puede ser bajado de internet, muestra la relación de Loya con la DEA en la última década.
Pero eso no es una sorpresa. Vanda Felbab Brown, investigador del Instituto Brookings, comenta que es común que los cárteles proporcionen información a las agencias antidrogas de Estados Unidos con el propósito de dañar a los grupos rivales. Y es que el alto rango de Zambada Niebla le confiere más valor como informante. “No es un traficante cualquiera que ofrece información. Por el contrario, se encuentra en una posición muy destacada, lo cual proporciona otra dimensión al asunto”, dice Felbab Brown a emeequis.
A eso hay que añadir que políticamente es sumamente explotable, “razón por la cual la justicia no quiere hacer público ese tipo de acuerdos”.
Lawrence Rosenthal, un ex fiscal federal especializado en casos relacionados con el crimen organizado en Chicago, considera que será interesante observar cómo reacciona la corte ante el alegato de Zambada de que que los agentes de la DEA le prometieron inmunidad durante su encuentro horas antes de que lo aprehendieran en la Ciudad de México.
“Si hubo una promesa de inmunidad en marzo de 2009, el asunto se complica aún más”, comenta a emeequis Rosenthal, hoy profesor de leyes en la Universidad Chapman de California.
“Ya que el gobierno parece haber admitido tácitamente el acuerdo de inmunidad que le ofreció a Loya Castro al retirar los cargos en su contra, no puedo descartar la posibilidad de que a Zambada Niebla también se le haya ofrecido, aunque eso no implica que, en forma retroactiva, queden sin consecuencias legales los delitos ya cometidos”.
La seguridad durante las audiencias preliminares contra el hijo de El Mayo Zambada fue extrema. Las autoridades temían que el Cártel de Sinaloa usara su poder corruptor para facilitar su escape de prisión, tal como lo hizo El Chapo cuando se fugó del penal de Puente Grande en un carro de lavandería en 2001.
Ante ese escenario, las autoridades no dudaron: Zambada Niebla fue confinado a una celda de aislamiento en el Centro Correccional Metropolitano, una prisión federal de 27 pisos localizada en el distrito financiero de Chicago.
De acuerdo con un abogado familiarizado con el caso, fue privado de la luz del día y casi de cualquier contacto, a excepción del personal carcelario con un rango no menor al de teniente, al que tenía permitido dirigirse siempre y cuando no lo hiciera a corta distancia. Sus comidas eran servidas en platos de aluminio y deslizadas a través de una ranura en la puerta de su celda de 1.8 por 2.4 metros, señaló el abogado.
En septiembre de 2011, el juez Rubén Castillo recibió una petición de la defensa del hijo de El Mayo para que se le permitiera hacer ejercicio al aire libre. El fiscal respondió de manera negativa: leyó ante la corte una carta de Catherine Linaweaver, directora del centro correccional, en la que se advertía que permitir el acceso de El Vicentillo al área recreativa ubicada en el techo del penal podría suscitar un ataque, o incluso un escape dramático al estilo Hollywood.
Sin embargo, el representante del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Thomas Shakeshaft, eventualmente cedió. “El señor Zambada Niebla será trasladado a otra institución”, le dijo al juez.
Cerca de tres años de reclusión en México y en Estados Unidos han hecho que la bravuconería que en otros tiempos distinguiera a El Vicentillo vaya desvaneciéndose.
Años de aislamiento han atenuado este rasgo: la burla que se dibujaba en su rostro ha dado paso a un tic nervioso. Su cabello antes estilizado ha sido completamente rapado. Su incipiente barba luce ahora rasurada. Se han marcado las ojeras en su rostro.
Zambada fue transferido en octubre a una prisión federal en Milan, Michigan. Sin embargo, sus abogados han denunciado que las condiciones de su encierro son peores, con nuevas restricciones para recibir visitas. La ubicación del penal, a cinco horas de Chicago, ha dado lugar a que la defensa acuse al gobierno de dificultar la comunicación con su cliente.
Ningún narco podría esperar recibir un trato preferencial en las prisiones federales de Estados Unidos. Mucho menos un capo que está dispuesto a revelar ante la corte detalles delicados acerca de las operaciones encubiertas de agentes estadunidenses en México.
La cooperación de los hermanos Flores con el gobierno estadunidense ha dado pie a un intenso intercambio en las cortes entre la fiscalía y la defensa de los gemelos.
En el centro de la disputa se encuentra la revelación de documentos oficiales que contienen información sobre los acuerdos y los tratos entre agentes federales de Estados Unidos y narcotraficantes, mantenidos hasta ahora en secreto por el gobierno de ese país.
Estados Unidos está luchando por mantener esos documentos bajo secreto, o cuando menos por limitar lo más que se pueda la información que puede ser revelada. El fiscal Shakeshaft advirtió al juez Castillo que si accede a la petición del hijo de El Mayo Zambada podría comprometer las operaciones encubiertas en México de más de una agencia estadunidense.
Entretanto, los abogados de Zambada demandan conocer qué promesas hizo el gobierno de Estados Unidos a los gemelos Flores a cambio de su cooperación.
¿Qué tipo de acuerdo hicieron Pedro y Margarito Flores como para haber grabado a líderes de carteles en conversaciones incriminatorias, dar aviso a las autoridades de cargamentos de droga que estaban por llegar y, en los últimos tiempos, testificar en la corte en contra del hijo de El Mayo Zambada?
De acuerdo con los fiscales, los gemelos Flores utilizaron varios recursos –como, por ejemplo, inventar que un cargamento era de mala calidad– para “tener conversaciones pormenorizadas con muchos de sus cómplices acerca de los cargamentos de heroína”.
El gobierno estadunidense ha dicho que tiene en su poder un número considerable de grabaciones de las pláticas de los gemelos con los Zambada y con El Chapo en las que hablaban sobre cargamentos de heroína y cocaína, e incluso existe una al menos en que se puede escuchar que les piden a los hermanos Flores que consigan armamento de grado militar.
Cuando llegó el momento de que los gemelos cumplieran con su parte, proporcionaron a las autoridades información que les permitió interceptar un total de 21 cargamentos de cocaína y heroína que eran transportados de Los Ángeles a Chicago en el otoño de 2008.
El 20 de agosto de 2009 la DEA lanzó una redada en buena parte del territorio de Estados Unidos y desmanteló el imperio de los gemelos. En esa ocasión, el fiscal federal Patrick J. Fitzgerald calificó la operación contra los Flores y el Cártel de Sinaloa como un golpe a “la conspiración más grande para llevar droga a Chicago que se haya juzgado”.
Los gemelos permanecieron en silencio. Nunca se habían presentado ante ninguna corte. Su último rastro es la sonrisa de satisfacción que muestran en las fotos de las fichas que les fueron tomadas el día de su arresto. Aun cuando su localización exacta se mantiene en secreto, fuentes cercanas al caso declararon a emeequis que se encuentran bajo protección federal en una prisión de Wisconsin.
La pregunta que se hacen quienes conocen el caso es si, con tal de castigar al Cártel de Sinaloa, el gobierno estadunidense está dispuesto a borrar el historial delictivo de los hombres que enviaron al corazón del país miles de kilos de la cocaína más pura.
Alvin Michaelson, uno de los abogados de Zambada, acusó al gobierno de EU de ocultar el expediente del clan de los Flores para que los gemelos puedan parecer testigos confiables. “Sabemos que hay testigos entrevistados aquí en Chicago que… han hablado de la reputación de los hermanos Flores como asesinos, ladrones, mentirosos”, dijo Michaelson. “Nadie confía en los hermanos Flores, nadie y… ¡ellos son los dos testigos clave en este caso!”.
Aun cuando el gobierno declaró haber incautado cerca de 2 mil millones de dólares en efectivo en Chicago, además de dos casas, Michaelson argumenta que los bienes de los gemelos Flores no fueron tocados por completo. “Creemos, sabemos, hemos escuchado que el gobierno les dio enormes beneficios tanto a los familiares de los Flores como a sus amigos, incluso la oportunidad de conservar su dinero mal habido mientras estaban colaborando con el gobierno… es posible que los agentes de aquí, de Chicago, estuvieran al tanto de esa situación”.
Michaelson acusó al gobierno en la corte de pactar con los gemelos Flores para dejar intacta su organización a cambio de su ayuda. “Miren, destacó Michaelson, a ningún miembro de la familia Flores, y hay varios de ellos involucrados en la organización, se le ha fincado cargos por ningún crimen. Queremos conocer por qué los deslindan de sus crímenes”.
El juez Castillo consideró que las acusaciones de Michaelson eran sólo retóricas.
–No sé si se está dirigiendo a los medios de comunicación o a alguien más –señaló el juez.
–No, me dirijo a su Señoría –replicó Michaelson.
Cuando todo haya llegado a su fin, lo más relevante del juicio en contra de Vicente Zambada Niebla habrá sido la evidencia del pacto entre el gobierno de EU y el Cártel de Sinaloa. Se espera que Zambada se declare culpable y que argumente que cometió todos y cada uno de los crímenes de los que es acusado como parte de la guerra de Estados Unidos contra las drogas.
Es difícil saber qué decidirá el juez respecto a la desclasificación de archivos sobre las operaciones encubiertas de Estados Unidos en México. Será un largo proceso, en el que la pericia de los gemelos Flores en el estrado juega un papel importante. Entre menor sea el número de documentos desclasificados, el desenlace del juicio estará más determinado por la palabra de un narcotraficante contra la de otro.
Los Flores se encuentran fuera del negocio de la droga en Chicago. Cuando se alude a los gemelos, parece ahora prevalecer un pacto de silencio entre las autoridades que alguna vez los persiguieron. La oficina de la fiscalía de Estados Unidos continúa arguyendo que la principal razón por la que se han reservado los términos del acuerdo de cooperación con los hermanos Flores es la seguridad.
Riley, director de la DEA en Chicago, dice que no hay nada más que hablar.
Una llamada inesperada hecha una tarde a un agente antinarcóticos confirma el pacto: la sola mención del nombre de los gemelos hizo que soltara una risa disimulada.
–¿Le parece divertido?
–Sin comentarios.
(Con información de Andrew Kennis y Jason McGahan – Revista emeequis)