- El ex Edil de Cancún salió ayer con un brazalete en el pie izquierdo y abordó una camioneta Expedition negra a las 12:40 horas.
- Las declaraciones de Marco Antonio "El Puma" Mejía no logran involucrar directamente a Greg Sánchez Martínez
Reforma
Paola Urdapilleta.
Ciudad de México
Uno de los principales colaboradores de Greg Sánchez aceptó ante autoridades federales haberse reunido con operadores de Los Zetas, pero por temor decidió no denunciarlos. Asumió tácitamente que con su silencio permitió que el grupo delictivo se apoderara de acciones criminales en el penal de Cancún, del que era director.
Marco Antonio Mejía López "El Puma", actualmente preso, declaró ministerialmente que sostuvo por lo menos dos encuentros con jefes de Los Zetas, quienes lo amenazaron cuando se desempeñaba como director de la cárcel.
Con uno de los que se reunió fue con Octavio Almanza, "El Gory 4". "Yo sé que usted no recibe dinero, pero conmigo se va a chingar, yo le voy a mandar su sobre y si no lo quiere le doy piso y mato a su familia", le advirtió "El Gory", según recuerda Mejía.
El traficante, quien traía un cuerno de chivo y dos granadas, le dijo que iba a mandarle un equipo Nextel para que se comunicara directamente con él, pero nunca le mandó ni el radio ni el dinero.
El 20 de febrero, militares detuvieron a Mejía y un mes después, en el penal, se registró un motín tras el intento de traslado de Martín Villanueva, "El Negro", a quien los sicarios de Los Zetas habían encargado el cobro de extorsiones a reos y administrar todos los negocios ilícitos en el penal. Mejía está preso en el penal federal de "El Rincón", en Nayarit.
"El Puma" fue integrante del equipo de seguridad de Andrés López Obrador durante la campaña presidencial de 2006. Tras la derrota del tabasqueño, Mejía se trasladó a Cancún para trabajar con Greg, quien le encomendó el penal de ese destino turístico.
Preso desde 2009, el que fuera coordinador de "Las Gacelas" de López Obrador, declaró tras su captura que nunca aceptó dinero a los sicarios; sin embargo, en forma tácita admite que por temor dejó que Los Zetas tomaran el control de la cárcel y extorsionaran y golpearan a los internos.
El entonces alcalde de Cancún, Gregorio Sánchez, liberado ayer y sujeto a un monitoreo mediante brazalete electrónico, nombró el 10 de abril de 2008 a Mejía como jefe del penal; de acuerdo con este último, 4 o 5 meses después un agente de la Policía Municipal lo buscó para decirle que los narcos querían hablar con él "por la buena".
"Yo le dije qué era lo que querían hablar conmigo, entonces esta persona me dijo que querían tratar conmigo un asunto de la cárcel y le dije qué tenían que ver ellos con la cárcel. Él me dijo que me querían ver por la buena, entonces le dije que en dónde y cómo, a lo que él me dijo que les iba a hablar", cuenta.
"El Puma" recuerda que en aquel momento el agente habló por su Nextel para recibir instrucciones. Enseguida lo invitó a subir a una Chrysler PT Cruiser y lo llevó hasta un restaurante de la Avenida Kabah.
"Nos sentamos en una mesa, estaba nervioso porque no sabía lo que iba a pasar", dijo.
Quien llegó fue un sujeto que se identificó como "El Comandante Chuy", quien dijo ser el segundo de abordo de Los Zetas en Quintana Roo. Diez minutos después arribó Javier Díaz "El Java Díaz", en ese momento el número uno de los sicarios en la plaza.
"Esta persona me empezó a decir que ellos acababan de llegar a la plaza y que iban a controlar la cárcel y que lo único que quería era que no me metiera con ellos y que todo iba a estar bien", relata.
"Yo le dije... qué era lo que yo iba a hacer, que no quería problemas y mucho menos dinero, por lo que el 'Comandante Chuy' me dijo que no iba a tener problemas mientras no hiciera tonterías y pendejadas".
Recuerda que poco tiempo después fue enterado que los sicarios habían encomendado al reo Martín Villanueva "El Negro", la tarea de administrar todos los negocios ilícitos en el penal.
"Le dije que no quería problemas, después de ésto me quedé con mucho temor, principalmente porque le fueran a hacer algo a mi familia, por este motivo no denuncié nada", dijo.
A partir de entonces, "El Negro" implantó en la cárcel un sistema de extorsión a los reclusos de nuevo ingreso, donde el adeudo se pagaba con golpizas. Los lesionados no tardaron en quejarse ante instancias de derechos humanos.
"Fui a hablar con Martín Villanueva y le dije que me estaba causando muchos problemas con Derechos Humanos y con los familiares, a lo que me dijo que iba a hablar con su gente, pero aun así continuaron las denuncias".
En enero de 2009, Mejía fue llevado por Los Zetas al estacionamiento del Costco, para que conociera a "El Gory 4", el nuevo jefe de la plaza . Ahí fue donde recibió nuevas amenazas.
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