jueves, 16 de junio de 2011

Un dia después...Hank Rhon


José Ángel Parra
jose.parra@eluniversal.com.mx

TIJUANA.— Enfundado en la casaca verde de la Selección Nacional, además de un chaleco de piel en negro para combatir el aire helado, Jorge Hank Rhon –recién salido de prisión— se ubica en el palco principal del estadio Caliente y es descubierto, a la distancia, por los curiosos que simpatizan con él. Afeitado, rejuvenecido de un día a otro, el ex alcalde de Tijuana aprovecha el juego de la Selección Nacional Sub 22 que participará en Copa América para reaparecer en público.

El empresario es uno más entre la multitud, que no logra llenar el estadio de los Xoloitzcuintles. Las miradas lo buscan. Saluda a cuantas miradas lo encuentran, mientras Hank levanta la mano derecha y luego exhibe tres dedos. Nada queda de esa apariencia avejentada que descubrió tras quedar en libertad.

Al medio tiempo, un grupo de seguidores aparece frente al empresario –quien es acompañado por familiares y amigos— con una gran manta que reza: “La familia del futbol está con el Ingeniero Hank”. Después, ellos mismos organizan la porra: “¡Chiquitibum… Hank, Hank, ra-ra-rá!” y enseguida corean: “¡33, 33!”

—¿Qué significado tiene?

—Es una clave —responde uno de los que gritan. El 33 representa al grupo polítco de Jorge Hank Rhon.

Afuera del área de palcos, se descubren cuatro vehículos, custodiados por policía estatal y personal privado de seguridad. Una camioneta Mercedes Benz negra, con el escudo de los Xoloitzcuintles en el retrovisor, polariza la atención, además de una Tahoe gris oscuro, un automóvil Mercedes negro y un V8 gris, con placas de California.

Sí, es el efecto Hank Rhon, de regreso en el estadio Caliente, donde le arrebata el protagonismo a la Sub 22.

Al terminar el juego, a la salida del estadio, la seguridad no es suficiente frente a tanta gente que aclama: “¡Hank, amigo, el pueblo está contigo!”, le gritan. “¡Sí se pudo, sí se pudo!” y aplausos, más aplausos.

El ex alcalde de Tijuana y empresario concede apenas unos instantes a la prensa, antes de abordar su camioneta Mercedes.

— ¿A poco crees que me voy a acordar? —cuestiona Jorge Hank Rhon, sin memoria, por lo que vivió aquellos 10 días en prisión.

—¿Le agradó el juego?

—Afortunadamente bastante… me hubiera gustado un marcador más bonito, pero no siempre se puede.

—¿Cómo van las adecuaciones al estadio?

—Ahí vamos, despacito —responde un cortante Hank Rhon, antes de abordar su vehículo. Aquí el caso Hank aún está muy calientito… como su casa de apuestas, como su hipódromo, como su estadio.

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