Por Salvador Trujillo Rodríguez
1. Falta de principios: Cambiar de partido o ideología con frecuencia puede dar la impresión de que no tienes principios claros o firmes, y que estás dispuesto a adaptarte a cualquier situación para obtener beneficios personales.
2. Oportunismo: El término "chapulín" a menudo connota oportunismo, es decir, que estás dispuesto a cambiar de bando o de ideología para obtener poder, influencia o beneficios personales.
3. Deslealtad: Cambiar de partido o ideología puede ser visto como una forma de deslealtad hacia los compañeros de partido o hacia los electores que te apoyaron en el pasado.
4. Falta de coherencia: Un "chapulín" puede dar la impresión de no tener una visión clara o coherente sobre la política o los problemas que afectan a la sociedad.
Sin embargo, también hay argumentos que defienden que cambiar de partido o ideología no necesariamente es una falta:
1. Evolución política: Las personas pueden cambiar de opinión o de ideología a lo largo del tiempo, y esto puede ser visto como una evolución natural en la política.
2. Búsqueda de mejores opciones: Un político puede cambiar de partido o ideología si considera que otra opción es mejor para el país o para sus electores.
3. Flexibilidad: En política, la flexibilidad y la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones pueden ser virtudes importantes.
En resumen, si se comete una falta por ser "chapulín" depende del contexto y de las motivaciones detrás del cambio de partido o ideología. Si se hace por razones oportunistas o desleales, puede ser visto como una falta. Pero si se hace por razones de evolución política, búsqueda de mejores opciones o flexibilidad, puede ser visto como una decisión legítima.