¿Qué es mejor? ¿Qué gobiernen los mejores hombres o que gobiernen las mejores leyes? Cual dilema aristotélico, las preguntas tienen enorme actualidad por los hombres detrás del gobierno o por la parte las leyes en el sentido de instituciones. Y es que la reciente salida del General Bibiano Villa Castillo como director de la policía en Torreón, nos regresa nuevamente a esas preguntas.
Sin lugar a dudas el General Villa marcó una breve etapa de la corporación policiaca. La marcó más por su carácter valiente y entrón, que por su resultado institucional. Su estilo duro, directo y en ocasiones impolítico hizo muy visible su lugar al frente de la Dirección. Apenas si tengo que recordar las crisis que ha vivido la corporación en los últimos años cuando de manera dramático fue depurada. En buena medida su particular estilo no sólo llamó la atención internacional, sino que causó alguna esperanza entre los torreonenses, aunque más pronto que tarde, la realidad se encargó de recordarnos la degradación en que vivimos.
En su afán por ganarse la confianza de los ciudadanos llegó a abrir un par de números celulares, donde personalmente él contestaba. Me consta, ya que en alguna ocasión tuve la necesidad de hablarle. Esa respuesta directa hacia los ciudadanos mostró con claridad su disposición de servicio.
En mayo del 2010 el Grupo Empresarial de La Laguna había exigido su salida alegando falta de resultados. Por entonces escribí que la exigencia no era seria, sobre todo, por la ausencia de cifras para avalar la petición. A poco más de un año de la llegada del General los índices delictivos en el ámbito del fuero común no han bajado, y cuando lo hicieron fue en un nivel poco significativo. Ahí están las cifras que nos indican el rumbo de un año, pero también de los últimos, donde la policía de Torreón perdió el rumbo, sobre todo a partir del verano de 2008.
Desde entonces se han hecho esfuerzos con distintos resultados para evaluar a los agentes y depurar la corporación. Otro aspecto relevante fue la gestión para integrar paulatinamente la policía municipal al modelo de policía única. En este sentido, la salida del General Villa me deja con sensación que la tan añorada coordinación entre los diferentes niveles de gobierno queda mermada. Para el alcalde Eduardo Olmos esto no es así, porque al final el General llegó con el esquema de militarización de mandos. Ahora lo relevará el militar Adelaido Flores Díaz, quien ya participaba con el equipo de Villa Castillo.
En enero de este año le pregunté al General que si 2010 había sido el año de la depuración, entonces 2011 debía ser el año donde bajarían los índices delictivos. Contestó “afirmativo”, como solía responder. Ahora el rumbo lo conduce a Quintana Roo y su respuesta ya no será.
Después de cuatro años de altibajos, la ciudad no sólo merece los mejores hombres, también las mejores instituciones. El tiempo y las cifras lo dirán.