Por Judith Amador Tello
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Justo cuando el presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), José Alejandro Luna Ramos, deberá dictaminar si procede o no la invalidación de las elecciones presidenciales del pasado 1 de julio, su calidad como persona es puesta en entredicho por la pintora Colette Wall, quien presentó una denuncia en contra de su hijo Jorge Belisario Luna Fandiño por presunto fraude.
Según la indagatoria FAO/AO-3/T2/00906/08-05 iniciada el 3 de junio de 2008 en la agencia del Ministerio Público AO-3 de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (cuya copia posee Proceso), la pintora nacida en Cape Town, Sudáfrica, y arraigada en nuestro país, conoció al abogado Luna Fandiño en 2007, luego de una exposición en el 4º Festival de Primavera en la Delegación Iztacalco, y le comentó que estaba vendiendo su obra.
El hijo del presidente del TEPJF y sobrino de la ministra Margarita Luna Ramos se interesó en adquirir tres de ellas y le pidió su domicilio para verlas de nuevo. Ella le fijó un precio de 5 mil dólares por cada cuadro. Ya en su domicilio, él le pidió dejar las obras en su poder por un par de meses y al término de ese periodo le pagaría o, en caso de no comprarlas, se las devolvería. Le hizo hincapié además en que no desconfiara, pues ella sabía bien quién era su papá y a sus amigos.
Wall tuvo que viajar a su país y a su regreso Luna Fandiño le solicitó tiempo para pagar las obras en plazos. Ella no accedió, entonces el abogado le pidió un número de cuenta para depositarle el pago, lo cual nunca hizo. La artista comenzó a llamarle para insistir en la devolución de las piezas, infructuosamente.
En un boletín de prensa la pintora relata también que al no obtener resultados con Luna Fandiño, llamó al presidente del TEPJF, quien primero la atendió, pero finalmente le dijo que “él no podía meterse en los asuntos de su hijo y que no podía hacer nada y me colgó”. Jorge Luna –continúa el texto– le advirtió además que no estuviera “molestando a su señor padre” y que no le devolvería las obras. Asimismo le sentenció “que no prendiera la mecha porque no podría apagarla”. En entrevista con este semanario, la pintora añade en ese sentido que el hijo del magistrado Luna Ramos la amenazó con quemar o navajear los cuadros si insiste en su devolución.
Luego de cuatro años de presentar su denuncia y no obtener respuesta por parte de las autoridades de la PGJDF, la artista sudafricana decidió hacer públicos los hechos. Acompañada por Wilberforce Mzwandile Jiphethu, primer secretario de la embajada de Sudáfrica en México, ofreció una desairada rueda de prensa en la cual hubo más gente en el podium que medios de comunicación.
El representante diplomático dijo que, en tanto los hechos han sido presentados ante un juzgado y Wall es ciudadana sudafricana, su embajada está obligada a respaldarla y expresó su confianza en las leyes mexicanas, pues según él no hay razón para lo contrario. La pintora añadió que cuando Mzwandile le ofreció el apoyo, le recordó que Nelson Mandela ha sido un luchador ejemplar y ella no debía dejarse vencer y tendría que luchar por recuperar sus obras artísticas.
También acompañaron a la pintora los artistas plásticos Francisco Romero y Hugo Zúñiga, quien indignado dijo que “a esa gente” se le debe señalar “como ladrones” y no como coleccionistas de arte.
Estuvo además Ignacio Suárez, representante del senador perredista Carlos Sotelo, que en su intervención lamentó que como procurador, el ahora jefe de gobierno electo Miguel Ángel Mancera “no moviera un dedo para resolver el asunto”, y cuestionó la incongruencia de las “fuerzas de izquierda” que por un lado denuncian la censura a la periodista Carmen Aristegui, pero no hacen nada porque se haga justicia en el caso de Wall.
Se le pregunta a la pintora por qué tardó cuatro años en hacer público su caso, y lo hace cuando el magistrado Luna Ramos está en el centro de la atención por la calificación de la elección presidencial, lo cual podría parecer oportunista. Niega rotundamente que así sea, y explica que no quiso estar involucrada con tribunales judiciales antes, pues se encontraba en un proceso de divorcio que ya de por sí la mantuvo en juzgados.
Expresa que desea una mejor sociedad en la cual la palabra tenga validez, donde la palabra sea más valiosa que la firma, sobre todo “viniendo de esta familia”. Puso énfasis asimismo en que no tiene intereses políticos, su interés es recuperar su obra y el hecho de que Luna Ramos esté ahora en el ojo del huracán “no es mi problema… si se supone que ellos creen en la justicia y creen en las leyes, por qué no las aplican”.
A pregunta de este semanario, cuenta que ella fue a buscar apoyo al Senado de la República y así se encontró con Sotelo, quien ofreció ayudarla como pudo hacerlo cualquier otro legislador, pero que el perredista no es su amigo.
–¿No teme que por el hecho de que Luna Ramos debe resolver sobre la elección a demanda del partido de Sotelo (PRD) esté siendo utilizada políticamente?
–No, porque si una persona ofrece apoyo por la cuestión cultural –porque la cultura es lo que estamos buscando y ésta es una falta de cultura–, a mí me da igual si es el PRI, el PAN o el PRD. Yo no estoy en la política, yo solamente estoy defendiendo mis derechos como mujer por las amenazas, y como artista por mi obra plástica, y si hay alguien que quiera ayudarme porque piensa que es una situación de justicia, bienvenido.